¿Cómo perciben el paso del tiempo las empresas?
¿Se preparan para la realidad de una población más envejecida? ¿Cómo dan respuesta a las necesidades de estas personas? ¿Cómo gestionan la edad de sus plantillas?
A continuación solo hablaré de lo que atañe a la oferta de bienes y servicios al mercado.
Si miramos a nuestro alrededor parece que las empresas no prestan atención a estos temas, al menos hasta ahora.
Un indicador de ello es la obsesión por el corto plazo, algo comprensible si se piensa que no hay largo plazo si no se dan resultados a corto. El problema llega cuando solo hay corto plazo y éste pasa a ser tan, tan corto que hablamos de inmediatez y la gestión en tiempo real, pues ahora nos lo permite la tecnología, domina la toma de decisiones.
En este contexto parece que hablar de largo plazo no tendría mucho sentido.
Sin embargo, elevar la mirada ( incluso podríamos usar drones para ello 😉 ) y ver con perspectiva ( ahora podemos trabajar con la inteligencia de datos) es crucial para no dejar de lado lo que da sentido y razón de ser a la empresa. Mirando a corto podemos ir corriendo hacia el vacío porque nuestra desconexión con las tendencias es total al ver solo «un pequeño punto» del presente.
La tecnología nos proporciona herramientas magníficas que podemos utilizar para predecir y ajustar. Aquí deberíamos preguntarnos ¿Cómo es nuestra gama de productos y servicios de acuerdo con la realidad de una población que envejece rápidamente?
Los consumidores «senior» son un mercado enorme y lleno de posibilidades, tanto por su poder adquisitivo como por sus necesidades de consumo, ocio y amplia demanda de servicios.
Algunos de los desajustes se solucionan simplemente diseñando para todos, independientemente de la edad o de las capacidades de cada uno. Un ejemplo: ¿por qué es tan difícil distinguir los botes de champú y acondicionador ? ¿Alguien se ducha con gafas?…
En otros casos, se necesitan productos y servicios específicos dada la naturaleza de los cambios que la edad marca. Por ejemplo: hay semáforos que para poder cruzar hay que haber batido el récord de velocidad. ¿Vamos a hacer que las personas con muletas o bastón sean campeonas olímpicas?
¡Ojo la edad es solo un número! gracias a los avances en salud y educación no podemos asumir como ciertos comportamientos anteriores. Los que hoy tienen 60 años no son como los que los tenían en los años 60.
Dicho esto, el reto viene en cómo captamos* a ese grupo de más de 65 años ( edad mítica a partir de la cual algunos se empeñan en que haya un antes y un después en la vida).
Es un grupo heterogéneo ( los de 65 no son como los de 75 o los de 80 o …¡los de 100! ) y no valen estereotipos o ideas preconcebidas ( no hay tanta brecha digital como se piensa, no son sujetos pasivos y tienen más intereses de los que creemos o queremos creer).
Hablar de ciclo de vida del producto o de un servicio es algo muy común en marketing, quizá no es tan común trabajar en el ciclo de vida de la persona y desarrollar cómo tienen que ser esos productos y servicios y no hacer que las personas hagan lo que puedan con lo que hay.
Urge dar soluciones a esta oportunidad que se presenta. ¡No hay tiempo que perder!
* Para llegar a este grupo de población hay que considerar también los prescriptores, que en algunos casos son el destinatario final pues, por ejemplo son los hijos o los cuidadores los que compran productos y contratan servicios… pero esta consideración ya es otro tema.
Fotografía: B.F. Navas